Calros Solla
...Pero si bien es cierto que estos dos libros no llegan a recoger, de ningún modo, ninguna parte apreciable de la poesía que vive en las aldeas y campo galiciano, es muy digno de tener en cuenta el ardiente entusiasmo con que el señor Tato escribe estas cosas; y, más que nada, su mejor voluntad y cariño a Galicia. Porque no puede escapar a los ojos del lector algo avisado que el señor Gómez Tato tiene una visión muy reducida y de escaso valor artístico de las costumbres y demás cosas gallegas, por cuanto sus relatos resultan pálidos y sin interés emocional en el fondo, como mezquinos en su forma.
Y eso que por la buena intención –ya lo hemos dicho– que el mencionado autor pone en todo esto, hubiéramos deseado para su labor más brillo y más arte. Lástima también que no conozca mejor el idioma. De este modo, el literato que se columbra en el señor Gómez Tato cobraría mayor relieve.
Dous meses despois, no número 260 da revista Vida Gallega (1-10-1924), na sección “Escritores gallegos en América” e baixo o titular “Un nuevo libro de Santiago Gómez Tato”, o xornalista galego Xesús Calviño de Castro (1893-1972), dende Buenos Aires, asina unha reseña en positivo de Céltiga. Velaquí, uns fragmentos:
“Céltiga” se titula el segundo libro de D. Santiago Gómez Tato. Si el celebrado autor empezó siendo una gran promesa con “Tierra meiga”, con este segundo hijo de su cerebro no malogró la esperanza que en aquél prometía.
“Céltiga”, como “Tierra meiga”, lo compone un conjunto de cuentos y narraciones en las que su autor vierte su exquisita sensibilidad con una acertada visión de todo aquello que quizá convirtió muchas veces y que, hoy, entre el inmenso cariño que siente por su tierra, le obliga a prismar en forma de cuento; pero de más valor que aquellos donde solo obra el ingenio y la fantasía, ya que Gómez Tato siente en su corazón un vacío y procura llenarlo con el recuerdo de lo que en sus primeros años constituyó su felicidad.
Para afincar y decidir más su propósito, premeditadamente aumenta el título de “Céltiga” (Pinceladas gallegas)...
Iníciase luego el libro con una sentida evocación a Galicia “¡Tu recuerdo, mimosa NAI!”, exclama Gómez Tato, como atacado de un santo paroxismo, no sabemos si amparado por un terror de ausencia o por una rebelión “baruda” propia de la Raza Celta, pues a las dos creencias da lugar a la vez...
Notamos con gran satisfacción que, en este libro hay más prolijidad y esmero en el empleo de los adjetivos, en los que el señor Tato busca orientación propia; más cuidado en la forma, evidencia que confirma y comprueba que es el joven escritor un virtuoso del estudio...
Lo que más nos llega al alma, del libro, es “El abrazo”. En este cuento, sin que los demás carezcan de valía, hay un dominio perfecto del tema y una revelación de ideas coordinadas con tan singular maestría que nos aventuramos a creer es lo más feliz que escribió el autor...
Gómez Tato estréase como colaborador da revista bonaerense Céltiga (nº 3, 30-10-1924) co relato “El último adiós” (“Trabajo inédito y original para Céltiga”). Dedícallo “afectuosamente” a Manuel Raúl Pérez e a Agustín W. Perli. O texto acompáñase dun debuxo de Ramón Peña. “El último adiós” é, sen dúbida, un relato autobiográfico. Nesta escena de despedida, bótase en falla a figura paterna. Retallamos algún parágrafo:
Al fin le había llegado la ansiada hora de abandonar el lar, el pueblo, la patria. Toda su vida ese fuera su anhelo; la idea alimentada al calor de una eterna ilusión. José-Antonio no ambicionaba otra cosa: volar, internarse por el mundo en busca de un soñado y codiciado edén ... Ya en la diligencia que había de conducirle a la ciudad, fingió la última melancolía de sus sensaciones ante el llanto de los suyos y de la gente del lugar, que le despedían. En el silencio más absoluto fue tomando de manos de una u otra persona el portamantas, el maletín que le alcanzó su madre, mientras en sus oídos vibraban las sanas y expertas amonestaciones de ésta última:
−¡Que seas bueno y no te olvides de nosotros!
−¡Ten cuidado con las amistades! –hipó Carmucha, su hermana menor.
−¡Adiós, Pepe-Antonio! ¿Te acordarás de mí? –arguyó lastimosamente la Balbina, a la sazón la costurera de la aldea, novia oficial del viajero.
−¡No dejes de escribir en cuanto llegues a Lisboa! –volvió a decir otra de las tres hermanas desconsoladamente...
La florescencia de sus veinte años, con su lote de bizarrías en el corazón, hacíale pensar en el Buenos Aires soñado en venturosas noches de luna y de infancia en las que vio las raras emociones que le estaban esperando ... Allá quedaba, pues, su amada aldea que le vio brincar, que le conoció al nacer ... Allá quedaba también su amada “naiciña” con el corazón partido por una congoja que muy bien podía costarle la vida; allá quedaban, también, sus hermanas, prendas de amor y de hermosura, llorando al hermano ... allá quedaban sepultados todos los afectos, todos los cariños, toda una vida.
Para o nº 4 de Céltiga (15-11-1924), sección “Bibliografía y periodismo”, Gómez Tato entrega a reseña do libro Tres novelas cortas da autoría do escritor arxentino Bernardo H. Ruíz Cucullu.
No nº 5 de Céltiga (30-11-1924), Gómez Tato publica o relato “Amores de aldea”. O argumento ambiéntase en Santa Comba (A Coruña). Ilustrado por Ramón Peña.
Dado o éxito colleitado, no número 266 de Vida Gallega do 25 de decembro de 1924, aparece publicado íntegro “El abrazo” (contido no libro Céltiga e gabado dous meses antes polo abegondés Calviño de Castro). O relato está ambientado no Cerdedo de comezos do século XX.
No nº 7 de Céltiga (30-12-1924), Gómez Tato publica o seu relato inédito “La beata” (ilustración de Ramón Peña), dedicado “al muy ilustre gallego señor Marcial González, afectuosamente”. No mesmo número, a revista publica un panexírico do autor:
Es todavía, y afortunadamente, un muchacho; pero un muchacho de talento y con ejecutoria de hombre de letras. Inteligente, estudioso, trabajador, no se ha encerrado en ninguna torre de marfil –haciéndose el interesante– ni se ha lanzado a esa bohemia despampanante por el gesto romántico ensayado, por el indumento preparado como al descuido y por el corte del cabello o por el aspecto de la corbata. Al contrario, Gómez Tato prueba, con la virtud convincente del ejemplo, que un autor puede vivir sin aguardar al agotamiento de las ediciones de sus libros para desenvolver la propia existencia. Y así como Vicente Medina hace números y registra actos de comercio bajo la acción de las pantallas verdes –inspiradora de hermosos y vibrantes versos suyos–, nuestro joven colaborador se dedica a otros menesteres, si bien relacionados éstos con las empresas editoriales.
Su pluma corre veloz sobre las cuartillas; y cada día el caudal de su producción intelectual aumenta. Ha publicado “De la tierra meiga” y “Céltiga”. Tiene en preparación dos novelas: “El marquesado” y “El dolor de un desengaño”. Para el teatro, escribió “El castaño”, drama en tres actos. La crítica o el público le aplauden y estimulan. Hasta el amor le sonríe, pues en breve contraerá enlace con la bella y simpática señorita Herminia Sánchez Míguez, cuyo retrato hemos publicado en el número anterior de esta revista (nº 6, 15-12-1924).
Juan Torrendell, hablando de “De la tierra meiga”, dice que “sus recuerdos han sido reflejados con intensidad y precisión, y en ellos surge impetuoso el fervor a la patria, cuyo encanto describe en los lugares conocidos, en sus cantos y fiestas, en sus creencias y supersticiones, en sus cualidades y defectos, en sus usos y lenguaje”. Expresa Manuel Gálvez “que el alma de la dulce Galicia esta allí”. Según Hugo Wast, se reveló Gómez Tato –en su primera obra– como “un escritor regionalista de gran talento descriptivo y de visión certera y honda”. Estima García Bertrán que “en todos sus cuentos y narraciones hay siempre poesía, sentimiento, color y mucha vida”.
“Siente muy bien –exclama Ángel J. Pariente– las añoranzas de la tierra lejana; y, al decírnoslo en los diversos cuadros de su libro, nos conmueve y nos deja en el alma la emoción de un instante transcurrido en paz mientras la rueda de la vida voltea ensordecedora en torno nuestro”. Por su parte, Pedro Antín y Olave observa con claridad en las páginas de Gómez Tato un sublime amor a Galicia, en las cuales ha esparcido muchas partículas de su corazón; y, en ellas, una inmensa sinceridad. “Por si esto fuera poco –asevera Calviño de Castro– tiene Gómez Tato un privilegio que es probable ignore él mismo. Esto sucede cuando más lo atormenta esa añoranza que se adentra en el alma y que poco a poco le va invadiendo, al modo de una lenta y rara agonía; mientras el corazón parece quisiera salir de la cárcel del pecho por no sufrir tanta congoja”.
No es aventurado vaticinar futuros y rotundos éxitos felices a Gómez Tato, cuyo último libro presentó “La Nación” como el “libro de la semana”, extractando uno de los cuadros. Llevan los presentes ligeros apuntes una caricatura de nuestro amigo hecha por Rogelio Ortega. Ahí están sus características personales, burla burlando, dentro de un marco de casi adolescencia, de sano buen humor, de espíritu de batalla.
Continuará...